1. Agrégale chilito a las frutas.
El sabor de frutas como el mango, la piña, la sandía y las manzanas, entre otros, aumenta exponencialmente cuando les espolvoreas chile piquín encima.
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2. Usar tus manos para comer.
México está repleto de comidas que se comen sin cubiertos. Entre ellas están los tacos, tamales, tortas, sopes y gorditas. ¡Olvídate de los cubiertos y devóralos a gusto!
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3. A menos que se trate de un platillo líquido como sopa, crema o mole, entonces utiliza una tortilla.
Nada acompaña estos platos mejor que una tortilla de maíz calientita y con un poco de sal. También puedes usar esta técnica para comer arroz, guacamole, chicharrón o cualquier otro guisado que normalmente te comerías con una cuchara.
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4. Las comidas saben mejor si les agregas limón…
Se le agrega a los tacos, al pozole, a las sopas, a la carne asada, al guacamole, a las papitas, al arroz, a la salsa, a la cerveza, etc, etc, etc.
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5. O si les pones crema.
A simple vista, podrías pensar que es un ingrediente prescindible, pero ¡no! Unos chilaquiles, unas enchiladas, un chicharrón preparado o una tostada no saben igual sin este líquido blanco de sabor entre dulce y agrio.
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6. Utiliza el queso en todas y cada una de sus formas para multiplicar el sabor de tus comidas.
Puedes comértelo gratinado sobre unos molletes, tostado formando una costra sobre los tacos o rallado y espolvoreado para darle el toque final a un elote. Estos son sólo algunos ejemplos, no te limites.
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7. Usa dos tortillas cuando comas tacos.
No quieres que se te rompa, ¿o sí?
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8. Puedes conocer la calidad del quesillo al deshebrarlo.
Un queso Oaxaca fresco y verdaderamente mexicano se puede separar en mil hilos con los dedos. Si se parte en pedazos grandes, lo más probable es que haya sido hecho a máquina y, la verdad, no sabe tan bien.
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9. Usa tantos ingredientes como se te antojen para acompañar tus comidas.
Cuando hablamos de comida mexicana, más es más. El pozole puede llevar lechuga, rábano, chile piquín, limón, orégano y hasta chicharrón; mientras que un panucho se prepara con frijoles, cochinita pibil, cebollita morada, lechuga, jitomate, aguacate y picante. Entre más, mejor.
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10. El desayuno es la comida más importante (y fuerte) del día.
Aunque no es una regla, varios desayunos mexicanos tradicionales son pesados, es decir, llevan picante, abundante proteína y maíz, así que toma un tiempo acostumbrarse. Algunos ejemplos son los chilaquiles, los tacos de barbacoa y las guajolotas.
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11. Las formas de preparar el mismo patillo pueden ser completamente distintas de un estado a otro.
Te sorprenderá la infinidad de sabores y sazones que existen en cada rincón de México. No pienses que si ya probaste el mole en Oaxaca, no vale la pena hacerlo en Puebla porque técnicamente es el mismo platillo. Lo mismo sucede con comidas como el pozole, los esquites y los mariscos. Vale muchísimo la pena probar cada uno de ellos.
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12. La salsa sabe mejor si se prepara en un molcajete.
El molcajete es un utensilio de cocina usado desde la época prehispánica y realza los sabores de cada uno de los ingredientes en la salsa. Siempre que puedas, utilízalo para moler los ingredientes.
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13. Los ingredientes más frescos los encuentras en los mercados.
La Central de Abastos y el Mercado de San Juan, en la Ciudad de México; el Mercado de San Juan de Dios en Jalisco; y el Mercado Benito Juárez, en Oaxaca, son excelentes opciones para encontrar ingredientes frescos y de muy buena calidad con los que podrás adentrarte en la cocina mexicana.
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14. Y por último, siempre recuerda que el “no pica” es el término más ambiguo del lenguaje en México.
Preguntarle a un mexicano si una comida pica mucho no siempre es la mejor idea si tienes un paladar sensible. Lo mejor que puedes hacer es oler una salsa, poner una gotita en tu comida y así tomar la decisión.
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