Manuel Aldrete Terrazas logró rescatar la industria chiclera en México cuando estaba en declive a consecuencia de la crisis que tuvo en la década de 1970 y a principios de 1990 por la baja demanda que tenía la goma natural en el mercado internacional. Además de formar una asociación con los productores de chicle de Quintana Roo y Campeche, su mayor apuesta fue crear una marca que elevara la producción y reactivara la economía de la región.
Se trata de Chicza, una marca mexicana de goma de mascar orgánica y biodegradable que le está dando batalla a los productos sintéticos que dominan el mercado, con un producto elaborado con ingredientes vegetales, libre de bases plásticas, solventes, aditivos y saborizantes artificiales. Se realiza a partir del látex que se extrae de los árboles de chicozapote en el sureste mexicano, donde participan unos 1,500 ejidatarios de la región.
La empresa cuenta con una fórmula patentada y un proceso estandarizado que inicia con la selección de aquellos árboles sanos y con capacidad productiva del que se extrae la savia. Esta pasa por un proceso de cocción para después hacer bloques que son procesados en una planta en la que se mezclan con saborizantes naturales y se elaboran las tabletas.
El chicozapote puede producir la savia hasta por 100 años, con un periodo de recuperación de entre cuatro y seis años. Su vida es de hasta 500. “El árbol no se daña porque únicamente se raya la corteza”, asegura Manuel. Chicza produce hasta 200 toneladas de goma de mascar por año que se distribuyen en tabletas de cuatro, 15 y 30 gramos a través de tiendas especializadas y gourmet en 36 países.
Pero, ¿cómo se reinventó esta empresa? Todo empezó en 1997, cuando en la búsqueda de reactivar la industria chiclera le pidieron a Manuel un diagnóstico. En ese momento, él tenía una consultoría de empresas sociales y su plan fue asociarse con los productores de la región y otros empresarios para crear una organización con la infraestructura necesaria para seguir produciendo el chicle y venderlo como goma de mascar en el mundo.
Así, en 2003 nació el Consorcio Chiclero, una empresa social que a su vez tiene otros brazos que facilitan la elaboración y distribución del producto, como la transformadora que convierte el chicle en goma de mascar; Chicza, que es la marca comercial de la golosina; y Chicza Rainforest, una comercializadora ubicada en Inglaterra.
Encuentra tu personalidad
Chicza surgió en el año 2008, luego de una larga investigación de Manuel, quien a pesar de contar con una herencia familiar chiclera (su padre y abuelo fueron chicleros), desconocía la industria. “No sabía cómo hacer la goma de mascar, pero empecé a investigar el proceso y a buscar actores claves para desarrollar el negocio”, recuerda.
En 2008 el también miembro del Consejo Mundial de Cambio Climático en el Banco Mundial fundó Chicza, y lo hizo con una estrategia que le permitió ganar mercado. Junto con su equipo decidió darle una personalidad única a la marca resaltando la naturaleza del producto y la esencia de la selva Maya, tanto en la materia prima como en el diseño del empaque. “No hay fortaleza más grande para competir en un mundo globalizado que la identidad propia”, afirma Manuel.
Actualmente su principal mercado es Europa, seguido de Canadá, México e incipientemente Estados Unidos. Además, la empresa ha reforestado más de 4,000 hectáreas de superficie, la mayor parte en la selva Maya, que forma parte del sistema biológico más importante del mundo y que es el verdadero pulmón del planeta, explica el empresario.
Una de las claves para traspasar fronteras ha sido la promoción y difusión en las redes sociales, principalmente en Facebook. Y esto es por una razón: quienes más consumen Chicza son personas de entre 18 y 40 años de edad, que utilizan frecuentemente este tipo de plataformas.
La marca lanzó recientemente una campaña para informarle al público que se trata de un producto natural libre de petróleo y que al consumirlo contribuye al fortalecimiento de las comunidades indígenas y la recuperación de la selva mexicana, “el único lugar en el mundo que produce chicle”.
Otra de las estrategias ha sido promocionarse en espacios que impulsan la entrada de nuevos productos a otros mercados en diferentes países, como BioFach, la feria de productos orgánicos más grande del mundo, o exposiciones en Singapur.
Manuel sugiere a los emprendedores que busquen en dónde está su público meta y que diseñen una estrategia distinta de acuerdo a los hábitos de consumo y cultura de cada país para entrar con mayor facilidad.
Atrévete a soñar
El emprendedor, quien cuenta con estudios en sociología y economía, comenta que uno de los mayores retos en Chicza fue tomar las riendas de la producción y comercialización de la goma de mascar en conjunto con los productores, en lugar de convertir la empresa en una maquiladora.
Algunos coreanos le querían comprar sólo la goma base para desarrollar el negocio por su cuenta. “Entendimos que si queríamos crecer la empresa, lo haríamos todos juntos”, cuenta.
Está convencido de que un emprendedor tiene que asumir los riesgos con precaución si quiere tener éxito en su negocio. Y así lo hizo, pues emprendió en un sector dominado por la firma Mondelez International que tiene marcas en México como Trident, Clorets o Bubbaloo. El chicle es la segunda categoría de la industria de la confitería con mayor participación en el mercado y México es el segundo mayor consumidor de esta golosina a nivel mundial, con un consumo anual de 0.21 kg por persona en promedio, de acuerdo con Nielsen, la compañía líder en investigación de mercados.
Miguel ve en esta industria un gran potencial de crecimiento, pero advierte que debe profesionalizarse para mejorar los procesos de producción, dirigir el negocio y entender la lógica de los mercados.
Una de las oportunidades de negocio que existen en la confitería, es la oferta de productos y servicios que brinden un estilo de vida más saludable, pero el reto es que la propuesta de valor sea innovadora, altamente rentable y que tenga un crecimiento sostenible, considera por su parte Alicia Páramo, directora general de la Asociación Nacional de Fabricantes de Chocolates, Dulces y Similares A.C. (Aschoco).
Chicza ya logró posicionarse en el mercado invirtiendo en los últimos años más de 30 millones de pesos, de los cuales alrededor del 30% han sido con apoyo del gobierno federal a través de instituciones como la Secretaría de Economía y la Comisión Nacional Forestal (Conafor). Actualmente la empresa está operando con recursos propios, líneas financieras de crédito y subsidios fiscales para el desarrollo de proyectos.
La empresa ha sido galardonada en dos ocasiones por tener el producto más novedoso de BioFach. También recibió el Oro ecológico en Italia y Holanda, y recientemente fue semifinalista de la primera edición del Premio Entrepreneur powered by Facebook, en la categoría emprendedor verde.
Entre los planes a futuro están la entrada de Chicza a China y fortalecer su presencia en Estados Unidos. Manuel adelanta que invertirán 10 millones de pesos para instalar paneles solares en la planta de producción, y recapsularla para obtener un grado farmacéutico, con apoyo del Programa de Inversión Forestal (FIP) del Banco Mundial y el fondo social Banamex.
Y eso no es todo, pues la empresa ya está preparando la producción y venta de nuevos productos como pimienta salvaje y té de Árbol ramón (Brosimum alicastrum) que se da en la selva y que ha demostrado su potencial como base de alimentación pecuaria y humana. “Vamos a comernos el mercado de los productos gourmet”.
Un post muy interesante. Muchas gracias por la información. Un cordial saludo.